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Queridos lectores de La Voz Pepinera
Ayer el fútbol nos golpeó donde más duele. En el alma. El pitido final en Butarque no solo marcó el final de un partido. Marcó el final de una temporada que, aunque no tuvo el desenlace que todos esperábamos, nos dejó momentos que jamás vamos a olvidar.
Sí, hemos descendido. Y duele. Duele ver llorar a una grada que nunca dejó de creer. Duele ver a nuestros jugadores hundidos, sabiendo que lo dieron todo. Duele ver a los niños y niñas con la bufanda apretada en el pecho sin entender por qué se sufre tanto por unos colores. Pero también, y esto es muy importante decirlo, sentimos algo más fuerte que el dolor: orgullo.
Orgullo de este equipo, que peleó cada jornada con el corazón. Orgullo de una plantilla que jamás bajó los brazos. Orgullo de una afición que no necesita títulos ni titulares para demostrar que está hecha de una pasta especial. Orgullo de ser del Lega.
Porque este año, como todos los años, el Leganés ha sido mucho más que un equipo. Ha sido unión. Ha sido barrio. Ha sido alma. Ha sido resistencia. En cada balón dividido, en cada parada de Marko Dmitrović, en cada gol de Juan Cruz, en cada centro de Rosier, en cada esfuerzo de Tapia o Cissé… ahí estuvo el Lega que amamos. Y eso no lo borra ningún descenso.
Desde La Voz Pepinera queremos decirlo con claridad: seguiremos aquí. Seguiremos contando lo que pasa dentro y fuera del campo, dando voz a la afición, narrando cada paso en este nuevo camino que, estamos convencidos, nos llevará de vuelta a Primera. Porque creemos en este club, porque creemos en esta gente, porque creemos en este escudo.
Nos caímos, sí. Pero volveremos a levantarnos. Y cuando eso pase, estaremos aquí para contarlo, como siempre, con pasión, con verdad y con sentimiento pepinero.
Porque si hay algo que define a esta afición es que nunca abandona. Y como cantamos en Butarque, con la voz rota pero el alma en alto:
"Allá donde estés, yo te seguiré."
Con todo el corazón,
La Voz Pepinera